Acoso callejero

Acoso callejero

martes, 21 de abril de 2015

El acoso callejero contra la mujer


Todo comienza con actos aparentemente pequeños como una mirada insistente. Posteriormente la misma intención se manifiesta en otras formas: en un silbido, en una opinión no pedida, en unos pasos siguiendo los tuyos, en palabras que humillan tu cuerpo, en un acto que representa una expresión cruda y violenta de la sexualidad. Éstas son las múltiples caras de un fenómeno social por el que todas las mujeres, sin importar su apariencia, han pasado alguna vez en su vida.

A pesar de la cotidianidad del  fenómeno, éste no deja de ser una expresión de violencia basada en el género. La organización no gubernamental Stop Street Harrassment define al acoso callejero de la siguiente forma:
"El acoso callejero basado en el género son comentarios, gestos y acciones no deseadas, ejercidos a la fuerza en un desconocido en un lugar público sin su consentimiento y es dirigido hacia ellos debido a su sexo, género u orientación sexual real o percibida
El acoso callejero incluye silbidos no deseados, miradas, insultos sexistas u homofóbicos, peticiones insistentes por el nombre, número o dirección de alguien cuando ha dejado en claro que no desea compartirlos, nombres, comentarios y peticiones sexuales, ser perseguido, exposición de los genitales, masturbación pública, tocar el cuerpo sin consentimiento y la violación."
En cualquiera de sus múltiples manifestaciones, el acoso callejero hacia la mujer usualmente comienza desde su pubertad. De acuerdo a Stop Street Harrassment, en un estudio en línea realizado en 2008 se descubrió que, de 811 mujeres, 1 de cada 4 había experimentado acoso callejero a partir de los 12 años, y cerca del 90% desde los 19 años.


Estos números representan una realidad de la que prácticamente ninguna mujer puede escapar. Pero más allá de las estadísticas yacen los hechos. Las cifras representan mujeres caminando con inseguridad, incluso miedo frente a un grupo de hombres que sin piedad la reducirán a un objeto a costa de palabras insolentes, insultos, silbidos y agresiones a su persona, frente a muchos ojos más que presencian la humillación sin hacer nada por detenerla. 

La normalización de un fenómeno que esencialmente parte de la violencia es un efecto que se debe a múltiples causas: la cultura machista predominante en muchos países de América latina, la creencia de que la mujer no debe exhibir su cuerpo con vestimenta provocativa, la justificación de  que los hombres poseen una naturaleza hipersexuada que los hace ser como son, e incluso, en casos extremos, la idea de que la violación puede ser responsabilidad de la víctima debido a su comportamiento. 

La posición cultural en la que se encuentra la mujer frente al acoso sugiere que siempre representará el papel de la víctima debido a la capacidad potencial que posee el hombre para violarla y someterla. Socialmente se percibe al hombre como el sexo fuerte y el que se encuentra en una posición de ventaja en la mayoría de nuestras estructuras económicas, sociales y culturales. A esta desigualdad de poderes se le ha denominado "patriarcado". Marta Fontanela define al partiarcado de la siguiente forma: 
"El patriarcado puede definirse como un sistema de relaciones sociales sexo–políticas basadas en diferentes instituciones y en la solidaridad intragénero instaurada por los varones, quienes como grupo social oprimen a las mujeres y se apropian de su fuerza productiva y reproductiva, ya sea con medios pacíficos o con violencia."
Esta situación de desigualdad podría considerarse una razón concreta de por qué los hombres se sienten en posición de abusar y acosar sexualmente a las mujeres, ya que culturalmente se les ha enseñado que tienen el poder de hacerlo. Sin embargo, actualmente se han llevado a cabo numerosas campañas e iniciativas para revertir gradualmente la situación, de modo que ambos géneros se encuentren en una situación de equidad como seres humanos. 

Una de las iniciativas más llamativas fue llevada a cabo por el diario argentino "El Tribuno". En su experimento social se inviertieron los roles de género con la finalidad de que en esta ocasión sea el hombre quien experimente el acoso callejero por parte de una mujer. En el video resulta evidente la incomodidad de la mayoría, quienes apresuran el paso, fingen no escuchar lo que se les dice o, en el caso de la minoría, responden con un elogio similar:


En otros países fuera de América latina también se han llevado a cabo iniciativas para hacer conciencia en torno a la gravedad del acoso a la mujer. En Inglaterra, el sitio de caridad Rape Crisis UK inició una campaña titulada #ThisDoesntMeanYes, donde, acompañado de fotografías de mujeres reales y no de modelos, se envía un mensaje acerca del consentimiento. Se comunica que la vestimenta no es una invitación al cortejo, que los labios rojos no constituyen el consentimiento a ser tocada, que un guiño no es un "sí", así como tampoco lo son una falda, una caminata de regreso a casa o el aceptar una bebida. El mensaje de la campaña es que el único "sí" que existe es el que se da mediante el consentimiento verbal.




La confrontación.


De acuerdo a lo declarado por numerosas mujeres en sus testimonios, los sentimientos predominantes frente a una experiencia de acoso son la rabia, la ira, la impotencia y, en algunos casos, el impulso de violentar al agresor. Las mujeres declaran también que las secuelas experimentadas van desde el miedo a transitar sola por las calles y de portar cierto tipo de ropa hasta consecuencias más graves como los traumas y los ataques de pánico. De las mujeres entrevistadas, todas coincidieron en que, de sentirse con la suficiente seguridad, responderían a los ataques con violencia verbal o física.

Sin embargo, en oposición a las reacciones naturales de las víctimas, las iniciativas actuales no plantean la solución de este acto violento con otro de la misma naturaleza, sino con la posibilidad de la apertura a una cultura de equidad y respeto. En redes sociales se manifiesta este deseo en múltiples espacios, como la página peruana Paremos el acoso callejero, que puede encontrarse en Facebook con más de 41,000 seguidores, hombres y mujeres. En este espacio se propone la aprobación de leyes que sancionen el acoso y cualquier otra manifestación violenta que limite la libertad de las personas al transitar por la calle. El sitio también exhibe las contribuciones enviadas por los seguidores, quienes se fotografían con carteles explicando las razones por las que desean que el acoso callejero sea erradicado. 


La libre expresión, las causas comunitarias, y el diálogo son vías mediante las cuales podemos abrir un camino a la integración de valores y a la comprensión de la dignidad y el respeto que hay en el espacio personal e íntimo de cada individuo, sin que su género determine más las circunstancias que debe afrontar cada vez que decida hacer uso del transporte o los espacios públicos.



Para saber más:

Fontenla, Marta: «Patriarcado», artículo en Gamba, Susana (coord.): Diccionario de estudios de género y feminismos. Buenos Aires: Biblos, 2008

http://www.stopstreetharassment.org/

https://www.facebook.com/paremoselacosocallejero?fref=ts